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LOS SECRETOS DE LAS QUEBRADAS MACAYA Y MAMIÑA EN EL DESIERTO CHILENO

Sanación ancestral y barros que devuelven el brillo al cabello es parte de lo que ofrece el paraíso turístico ubicado a 120 kilómetros de Iquique. Ambos pueblos son parte del proyecto de Capacitación, Fortalecimiento y Promoción de la región de Tarapacá.

Dos pequeños poblados con más de 400 años de historia: Macaya y Mamiña. Con no más de 70 habitantes cada uno, dos pequeños tesoros que vale la pena conocer. A 40 kilómetros de Pozo Almonte, se esconde en la pureza e inmensidad del desierto la ancestral iglesia y el cementerio aymara de Mamiña. Calles pavimentadas con antiguos adoquines de piedra brillan con la potencia del sol.

 

Mamiña es un pueblo que acoge a quienes trabajan en la gran minería del cobre, por lo que tiene hoteles y residenciales a gusto del pasajero. Donde Antonio Bielancic del Hotel Bielancic, por ejemplo, hay habitaciones muy cómodas con baño privado, e incluso, el agua que sale en las duchas es termal. Se trata de uno de los 20 recintos formalizados en el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), a través del Registro Nacional de Prestadores Turísticos, visibles.

La directora de Sernatur Tarapacá, Carolina Quinteros Muñoz, destacó la mineralidad de las aguas y las potencialidades de los barros chinos. “Estamos barajando alternativas que nos permitan abordar de la mejor manera las prescripciones médicas con la inclusión de tratamientos más específicos no sólo de medicina alternativa, sino que, además, de masoterapia y otras acciones tendientes a potenciar el turismo de Salud y Bienestar a nivel regional”, explicó.

Los bellos parajes de Mamiña y Macaya son parte del proyecto de Capacitación, Fortalecimiento y Promoción de la Región de Tarapacá aprobado por el Gobierno Regional y el Consejo Regional. “Además de los contrastes, las potencialidades de los beneficios para la salud que tiene la mineralidad de nuestras tierras, las que confluyen en las vertientes, sumado a otras terapias alternativas que se pueden vincular como la utilización de las sales marinas y distintos elementos de los tres pisos ecológicos de la región, va a llevarnos a cristalizar el posicionamiento de Mamiña como el eje y punto de partida para realizar tratamientos más prolongados, reconfortarse, recuperarse y visibilizar aún más las restantes termas que tenemos en la región”, cerró Quinteros.

La oferta hotelera

Hotel Termas de Mamiña, Residencial Bacian, Termas La Coruña, Hotel Cholele, Hotel Los Cardenales, Hotel Niña de Mis Ojos, Hotel Kusitambu, Hotel Inti Wasi, Hotel Dupliza, Hostería Helvética, Hotel Heimbel, El Mirador, Hostal San Antonio, Residencial La Amenita, Desierto Hoteles, Hotel Tamarugal y Hostel El Refugio son otras alternativas para pasar la noche. Todos con agua termal en sus tinas y duchas. Y es que entre sus grandes atractivos están sus termas y barros chinos. Es innegable que este pequeño poblado de Pozo Almonte es una invitación a vivir una experiencia inolvidable.

Baños romanos y botica quechua en Macaya

Un pequeño caserío colgado de los cerros y posado entre quebradas. Entre subidas y bajadas el turista puede encontrar una botica quechua o hierbería. Ahí una mujer comparte la medicina ancestral de los pueblos originarios para curar distintas afecciones y malestares. María Trujillo, la boticaria, tiene un pequeño huerto con plantas medicinales, algunas de las cuales se deben recolectar en la zona de las quebradas. Un trabajo sacrificado y arriesgado, donde el conocimiento es clave.

Famosos en la zona son los sanadores barros y aguas llenas de minerales que acogen sus piscinas, verdaderos baños romanos de la época del antiguo imperio.  Cabello suave y dócil, como si tuviese keratina recién aplicada, es parte del resultado de sumergirse en las aguas termales de Macaya. 

Atardecer entre quebradas

A dos horas desde Iquique un almuerzo en Mamiña, para luego hacer trekking o pasear en bicicleta. Un atardecer en Mamiña puede ser un panorama increíble, sobre todo porque el sol se pierde en el desierto con la misma mística que cuando se pierde en el mar.

 

 

Sobre el autor

Jorge Ricci

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