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ANTÁRTICA CHILENA CELEBRA SU DÍA

–        El Territorio Antártico Nacional forma parte de la identidad nacional y fuente de inspiración científica y artística mundial.

Muchas habían sido las críticas dirigidas a las autoridades chilenas de la época al no considerar nuestra zona antártica como centro estratégico geopolítico nacional, como ya lo venían haciendo otros países, incluido Estados Unidos.

Sin embargo, las cosas cambiarían con el Decreto Supremo 1.747 del 6 de noviembre de 1940, firmado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda y el Canciller Marcial Mora, que fijó los límites nacionales en el Polo Sur.

 

“Forman la Antártica Chilena o Territorio Chileno Antártico, todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares y demás, conocidos y por conocer y el mar territorial respectivo, existentes dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53 grados longitud oeste de Greenwich y 90 grados longitud oeste de Greenwich”.

De esta forma, en palabras del embajador Oscar Pinochet de la Barra, finalizó “el sueño invernal de la Antártica”, considerando que atrás habían quedado las conquistas de Amundsen y el recuerdo de Scott, y mucho más la actividad de loberos y balleneros magallánicos.

Al respecto, Consuelo León, doctora e historiadora nacional señala que la preocupación de Chile por nuestros territorios antárticos se inició antes del internacionalmente reconocido rescate a los naúfragos británicos realizado por el Piloto Pardo en el invierno 1916; manifestándose ya a inicios del siglo pasado. La experiencia chilena en aguas antárticas permitió no sólo ese rescate sino consolidar la presencia chilena a partir de 1947.

Agrega que “es en 1947 el Presidente Gabriel González Videla decide materializar el decreto firmado siete años atrás, enviando al transporte “Angamos” y a la fragata “Iquique” con el objetivo de construir una base permanente en la Antártica”, aseveró.

70 años de presencia permanente y actividades científicas en el continente antártico

El 18 de febrero de 1948, el presidente Gabriel González Videla acompañado de su señora e hijas y de sus ministros inaugura en el continente antártico una nueva base antártica permanente, denominada base Bernardo O’Higgins. No era un época de prosperidad, sino muy por el contrario, el país pasaba por los ajustes económicos de la posguerra y la situación económica era tremendamente inestable.

En esa época, montar un expedición y una nueva base antártica era una empresa que superaba con creces la realidad económica y tecnológica del país. Pero a falta de recursos, estaba la decisión de un Ejecutivo conciente del momento internacional y de la necesidad de tener un establecimiento que hiciera –a la vez- ciencia y soberanía. Estaba también la fuerza de una opinión pública ilustrada conciente que no podíamos dejar aplastar por los viejos imperialismos anglosajones.

Sobre este y otros antecedentes habla la historiadora nacional en su nuevo libro, que será lanzado próximamente y que recopila la vida de todos quienes vivieron y estuvieron en Base O’Higgins entre los años 1948 a 1958.

“Este no es otra historia “oficial” sobre nuestra presencia en la Antártica sino se trata de un relato donde tanto importa la labor de un explorador como la del enfermero, pues de ambos depende la sobrevivencia y el bienestar de la dotación y, por ende, de la base. Es en ese sentido, es una obra profundamente democrática.

A su vez, remarca Léon, por basarse tanto en documentos encontrados en archivos extranjero como nacionales, permite renovar y complementar la versión oficial que existe sobre la presencia chilena en esas regiones, entender realmente los sacrificios que realizaron las dotaciones y, sobre todo, las verdaderas causas que llevaron a la firma del Tratado Antártico en 1959.