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BRASIL: EL GIGANTE QUE EXPONE SUS PARADISÍACAS PLAYAS Y CULTURA PATRIMONIAL AL MUNDO

  • El país más grande de Sudamérica muestra su multifacética actividad turística donde absolutamente todo está pensado para generar una experiencia única que incluye no solo recorridos y programas de ensueño, sino que también un acervo importante de conocimiento.

 

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Por Jorge Ricci Avalos

 

Recife, es la capital del estado de Pernambuco, asi como también una de las ciudades más pujantes en cuanto a su economía en Brasil, que basa su fuerza en la caña de azúcar y el turismo. Es muy cosmopolita debido a que confluyen diversas nacionalidades que se unen para potenciar el amplio abanico de actividades turísticas que deja recuerdos imborrables a quienes se atreven.

Posee un clima que parece tener vida propia, tan cambiante como los estados de ánimo en época invernal. En tan solo unos minutos se puede pasar de un día lluvioso a uno totalmente soleado de verano.

Es conocido como la Venecia de Brasil por su estructura de puentes, son alrededor de 50 o más, donde también se ofrecen tour para tener otra perspectiva desde sus aguas y apreciar diferentes ángulos de este turístico destino.

Uno de los puentes más concurridos es el de Mauricio de Nassau, quien fue gobernador y administrador durante la invasión holandesa.

 

Es una de las ciudades más antiguas del gigante sudamericano y por supuesto que con mucha historia, además de la mayor área metropolitana del nordeste de Brasil, con alrededor de 1.488.920 habitantes de acuerdo a resultados oficiales del Censo Demográfico 2022 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Asimismo es una ciudad puerto que tiene muchos matices similares a Valparaíso. Con un casco histórico, que por momentos hace recordar a la “Joya del Pacífico”. Coloridas fachadas de casas patrimoniales, mansiones antiguas, plazas, esculturas e iglesias como la Madre de Deus, que – es quizás – una de sus obras de arquitectura religiosa más emblemática.

 

Se dice que las comparaciones siempre son odiosas pero no en este caso. Rua da Moeda es un vivo ejemplo de un parecido entre urbes que podrían ser hermanas. Sus fachadas hacen recordar las coloridas casas del cerro Concepción en Valparaíso.

 

La ciudad tiene su propio encanto que está comandado ¿Cómo no? Por su playa  Boa Viagem o el Recife más antiguo, donde se aloja el casco histórico. Recife es un típico caso de urbe en el que hay que lanzarse a la calle para saber más de su cultura, arquitectura, gastronomía y por supuesto que su gente.

La arquitectura es definida por la Real Academia como el “arte de proyectar y edificar edificios”, pero en Recife parece ser un tanto disonante debido a que la ciudad tiene una notoria influencia colonial como es el caso de la Casa de Cultura o Palacio de Comercio ubicados en la plaza Marco Cero. Es una ciudad como muchas otras donde se puede ver el paso del tiempo prácticamente de un ángulo a otro en la que conviven estructuras antiquísimas con edificaciones modernas.

 

Sin embargo, la historia en esta ciudad también habla a través de sus mega construcciones tipo rascacielos como son las “Torres Gemelas”, denominadas de forma popular por la altura que ostentan. Pero en verdad, no se llaman asi, si no que sus nombres son Duartes Cohelo, quien fue el primer gobernador de la capitanía de Pernambuco y el ya mencionado Mauricio de Nassau.

Es un fiel reflejo de un estilo ecléctico – que es la mezcla de diferentes elementos arquitectónicos de diferentes épocas –. Son construcciones que en una misma urbe, muestran un equilibrio que llama la atención a aquellos corazones que vibran con el lado patrimonial en todas sus formas de expresión.

Los datos entregados por el Ministerio de Turismo de Brasil, Embratur y la Policía Federal, durante el 2024 muestran que viajaron al gigante unos 651.776 turistas chilenos, los que van no solamente motivados por sus paradisíacas playas sino que también atraídos por conocer más de sus raíces además de cultura tangible como sus estructuras patrimoniales como es el Forte das Cinco Pontas, más conocido como Fuerte holandés, el cual —   que luego de pasar por  procesos de restauración — es una evidencia de la historia de Recife.

La economía de la zona es diversa ya que no solamente se sustenta en el turismo sino que también de la caña de azúcar y del exractivismo que se produce en los manglares que existen alrededor, formando a su vez pare de su biodiversidad.

Los manglares son un espacio protegido donde existe gran flujo de peces que llegan a refugiarse y reproducirse, lo que lógicamente lo convierte en un lugar ideal para la pesca de forma responsable por muchas familias para llevar el sustento a sus hogares.

Arquitectura religiosa

Brasil es uno de los países más católicos del mundo. Según los datos del Censo Demográfico de 2022 divulgado por el IBGE, Brasil cuenta con aproximadamente 100,2 millones de fieles, lo que equivale el 56,7 % del total de su población, estimada en unos 203 millones de personas.

Razón por la que tienen una vasta red de iglesias con un importante predominio del barroco pero también con muestras de un estilo ecléctico y colonial. Cuando se habla de Brasil se tiene siempre que guardar las proporciones en todo orden de cosas debido a su extensión, donde lo arquitectónico no es una excepción.

Un ejemplo de esta magnificencia arquitectónica es la iglesia Madre de Deus que impresiona tanto en su interior debido a su imaginería, como la del Señor de Bom Jesus dos Passos, como desde lo alto, donde se puede ver que está en medio de un impactante escenario que se compone en parte por el casco histórico y de fondo el mar. Asimismo están las iglesias de Sao Pedro, muy cerca de la concurrida plaza Marco Cero y la Capilla Dorada, que es también llamada como la Capilla de los Novicios (Capela dos Noviços).

 

Son iglesias patrimoniales sumamente cuidadas lo que las convierte en un espectáculo visual, que tiene su propio recorrido turístico, pero por sobre todo de reflexión y oración.

 

Una perspectiva diferente de Porto de Gallinas

 

Brasil es un país de contrastes. Es así como se puede pasar del cultural puerto de Recife al movido balneario de Porto de Galinhas, donde no se para de admirar su belleza pero también sus expresiones artísticas.

La localidad se ubica en el Nordeste de Brasil, a una hora de Recife, es una clara muestra del avance del tiempo y la globalización. Reconocida en el mundo entero por sus playas, que además de hermosas, son una inagotable fuente de creatividad y de inspiración.

Sus aguas son cálidas y de color turquesa, donde se puede ver comerciantes ambulantes que ofrecen bebidas típicas y gastronomía local, producto de que aquí cuando la marea es baja en algunas partes se puede caminar casi como si se fuese Moisés.

Porto de Galinhas tiene mucho más que ofrecer porque a su alrededor están playa Cupe, Muro Alto, Maracaípe, Maragogi o la popular Praia Dois Carneiros, con fama mundial gracias a la capilla de São Benedito. En medio de este paradisiaco escenario se encuentran las concurridas piscinas naturales, a las que se puede llegar en una lancha o Yangada.

 

 

Asimismo, desde la embarcación, se pueden ver la fila interminable de quita soles a orilla de la playa, los que tienen un precio de arriendo para el visitante.

Cuando se está en tierra es imposible no notar que saben hacer honor a su nombre, debido a que se pueden ver en todas partes de la ciudad, gallinas de todos los tamaños, colores o el particular pasillo a la entrada de la villa que da la bienvenida para una selfie bajo sus sombrillas colgantes.

 

Pero no se puede mirar hacia el futuro si no se conoce su pasado. Su gente se desvive en amabilidades, casi totalmente ajenos a su historia.

En este balneario también existe un especio para la cultura y artesanía, la que se puede admirar y adquirir en la villa principal donde existe una serie de tiendas para comprar poleras, tazones y todo tipo de productos locales. Sin embargo, la artesanía en esta zona tiene su más célebre exponente en la figura del artista Gilberto Carcará, —  su verdadero nombre es Gilberto Rodrigues do Nascimento —  quien lleva toda una vida creando y dejando sus obras de artes por toda la localidad, pero como el escultor dice “también al mundo”.

 

Su inspiración para la creación de estas obras de arte viene de la propia historia de esta localidad. Hay que recordar que el origen de Porto de Galinhas está estrechamente ligado al período de la esclavitud del silo XIX en Brasil. El tráfico ilegal de esclavos era una práctica habitual en esta época en que los traficantes de personas utilizaban La frase ¡»tem galinha nova no porto»!, lo  que quiere decir (hay gallinas nuevas en el puerto), por lo que se utiliza para indicar que escondían a los esclavos entre las aves que llegaban a la zona.

“Yo no hice otras cosas en mi vida, sino arte. Mi trabajo desde pequeño fue crear cosas, construía carros, ya más adelante pase a hacer esculturas y no paré más. Nunca trabajé en otro oficio, siempre fue arte. Mis tiempos de trabajo no pueden ser más de 15 días porque además de ser una escultura es un trabajo comercial. Yo trabajo haciendo piezas especificas para un cliente determinado. No me puedo tardar más”, argumenta Gilberto Carcará.

A lo que agrega que “este es un trabajo cultural, lúdico y sustentable porque aprovecho objetos de la naturaleza para esculpir estas escultura que representan Porto de Galinha”, comenta Gilberto Carcará.

 

Su extensa biodiversidad

En Porto de Galinhas opera la starup Biofábrica de Corales que realiza un impactante trabajo de regeneración de arrecifes. Y su labor es extensa,  puesto que tiene una de las barreras de corales más grande del mundo, debido a que la temperatura del agua favorece su existencia.

La starup recibe apoyo de empresa local Bioenergia y otras ligadas al medioambiente como Boticario, del gobierno local, además de parte del rubro hotelero para la conservación de las reservas de coral.

 

La barrera comienza en Pernambuco hasta Bahia, por lo que es necesario generar la importancia de tomar conciencia del trabajo de conservación. Los corales juegan un papel fundamental en la producción de oxígeno. Es un hecho que pueden aportar un altísimo porcentaje de este vital elemento. Características que más que justifican este trabajo de conservación que se realiza en la costa de Porto de Galinhas.

En simple, a través de la fotosíntesis, los corales junto con las algas transforman el dióxido de carbono en oxígeno y crean un vibrante oasis submarino.

“Es necesario resaltar la importancia de tomar conciencia del trabajo de conservación. Aquí se realiza una tarea de mantención de las reservas de corales, de las cuales hay unas 60 especies en toda la costa y acá en la reserva se producen unos 7.000 corales”, comenta la bióloga Bellize Costa de Biofábrica de Corales.

A lo que agrega que “El proceso de restauración comienza con la recolección de corales. Buceamos y buscamos animales que se hayan roto, ya sea con un remo o con la aleta de alguien que pasó por ahí. Luego, los recogemos, los llevamos a nuestra sede y los mantenemos oxigenados en agua de mar para poder fragmentarlos”.

Parte del proceso es producir pequeñas colonias que serán colocadas en una cuna, utilizando tecnología desarrollada por Biofábrica de Corais. Después de fragmentar los corales y colocarlos en las cunas, montamos una mesa con 60 colonias.

Finalmente, estas colonias colocadas en las mesas serán devueltas al mar, a la finca de cultivo, donde se realiza el proceso de seguimiento y cuidado. Se limpian las cunas y mesas a diario para evitar que se depositen algas y sedimentos en los corales, además se monitorea su crecimiento y desarrollo.

 

Sobre el autor

Jorge Ricci

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